La potencia de la literatura mexicana actual

Por Fernanda García Curten

(Fragmento)

De México sabemos que hay una iglesia en cada esquina, bares con mujeres “encueradas” bailando sobre las mesas, mexicanos torvos que beben el fuego líquido de sus alcoholes, y coquetas Catrinas -calaveras de sonrisa pícara- recordándonos vivir el momento y recoger lozanas las rosas del día. Oímos de urbes infinitas, pirámides perdidas en la selva, volcanes activos, oímos del narcotráfico pero también de las plantas puras y alucinógenas de los dioses. Que es barroco, exagerado, fatal; entrañable en sus cordiales diminutivos, su florido buen trato y su hospitalidad. Desde un insurgente mestizo en la niebla del sureste mexicano haciendo del pasamontañas una máscara  de Verdad que lo desnuda, a esos hombres y mujeres que no obstante a cara descubierta se disfrazan -con cuarenta grados a la sombra, de traje y zapatos- en palabras de nuestra escritora Angélica Gorodischer: “porque si se pusieran los maravillosos vestidos multicolores… las frescas camisas bordadas y las sandalias de Taxco podría tomárselos por indígenas”…

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