Traductores: Delia Pasini

La talentosa poeta y traductora nos cuenta cómo un error de traducción en una lectura de infancia terminó por hacerla dedicarse a esa profesión que le ha permitido llevar al castellano la obra de Wilde, Yeats, Mansfield, entre muchos otros autores. Además, comparte con nosotros un delicioso fragmento que introduce a su traducción de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, junto con el capítulo tres.

–¿Hubo algún episodio clave, alguna lectura o traducción que disparó tu decisión de dedicarte a la traducción? ¿Cuándo comprendiste el significado de esa profesión?

–Cuando era chica, estudiaba inglés pero no leía todavía literatura en esa lengua, disfrutaba de las traducciones, de las versiones. Leyendo Jane Eyre a los ocho, me llamó la atención cuando se hablaba del rector del orfanato, que decían que era tan cruel como un “cochero eslavo”. Me quedó esto sonando y me preguntaba cómo serían esos cocheros, si amargados por falta de dinero, o sanguinarios con los caballos. Me hice una policial rusa en la cabeza. La nieve y Moscú se colaron en Jane Eyre, y esto por años. Cuando a los dieciséis años la leí en inglés, entendí que no era eso, el traductor se había equivocado: la expresión era slave driver (traficante de esclavos). Creo que ahí decidí dedicarme algún día a la traducción literaria. Y me anoté en el Salvador para estudiar Traductorado, en ese entonces sólo el legal, y no me agradaba traducir documentos. Entré a una repartición de Naciones Unidas y me dediqué a textos de ciencia aplicada, especialidad que me agradaba. No quise ir a Letras porque quería ser poeta y no quería un título académico, eludí la carrera.

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