Editorial La balandra Nro. 7

Dos años transcurrieron desde que comenzamos a navegar con la aspiración de llegar a algunos lectores, quizá unos cien o doscientos desperdigados por ahí, en talleres o círculos literarios más o menos cercanos.

Cuando hoy comprobamos el número de revistas que han ido a parar a las diferentes bibliotecas del país o el extranjero, que muestran sus lomos de colores en instituciones públicas y estanterías privadas; cuando recordamos la cantidad insospechada de colegas que nos hacen y han hecho llegar sus elogios por diferentes medios, que nos envían sus libros, sus deseos de colaborar con notas, testimonios o ideas; cuando revisamos los artículos de prensa que nos han difundido con entusiasmo y fervor en muchos casos; cuando releemos las colaboraciones de talentos nacionales e internacionales del ámbito literario, editorial, librero, periodístico, de la traducción o investigación, que se han subido a cubierta; cuando advertimos, en fin, que el nombre de la revista es pronunciado con un gratísimo tono de confianza y respeto, estos siete números de La balandra nos parecen los hitos de un viaje de ensueño, y lo único que nos queda es dar las gracias a todos, en particular a nuestros lectores, porque estamos convencidos de que todo esto se debe a ustedes, que han sido aliados y cómplices en esta aventura.

Qué orgullo poder devolverles con este número del segundo aniversario las cifras y detalles que nos estimulan, como haber obtenido la distinción del Fondo Nacional de las Artes como una de las tres mejores revistas culturales del país, o el estar incluidos como bibliografía en la primera Maestría de Escritura Creativa que se dicta en la Universidad de Tres de Febrero, o el ser usados en la cátedras de tantas otras Universidades de Argentina, o la recomendación calurosa que Mempo Giardinelli hiciera en el 17° Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura destacando a La balandra como la continuadora de la gran y recordada Puro Cuento, o las líneas que nos hiciera llegar uno de los agentes literarios más prestigiosos, Guillermo Schavelzon, asegurando “que no hay en ningún país que yo conozca algo así, sólo en la década de los 80 en Estados Unidos había una revista mensual para escritores que podría parecérsele”.

Esperamos seguir cosechando elogios como estos, conservando y ganando lectores de lujo como los que tenemos, que –nos han hecho saber los libreros– acuden a ellos frecuentemente para preguntar si salió el nuevo número, con una ansiedad que nos conmueve. Para no decepcionarlos, para que La balandra siga siendo digna de ocupar un lugar en sus escritorios, mesitas de luz o bibliotecas, trabajamos todos los días, apasionadamente.

Celebremos entonces este viaje en el que todos estamos embarcados y aspiremos juntos el perfume del océano, la primavera del mundo, la apuesta a sueños como el que nos ha traído hasta aquí.

¡Feliz segundo aniversario, entrañables balandreros!

Alejandra Laurencich