La última entrevista a Bolaño
Realizada por Mónica Maristain
A diez años de la muerte de este gran maestro de la literatura latinoamericana, la periodista y editora Mónica Maristain comparte generosamente con La balandra la última entrevista realizada a pedido del autor días antes de su partida.
“Ay, Maristain: Aún respiro. Y ya soy el segundo de la cola. Besos, Bolaño. PD: ¿Por qué no hacemos una entrevista, ligera, levísima, frívola incluso –son las que más me gustan– casi póstuma?”
Ése fue el origen de la entrevista que resultó ser la última de su vida y que tanto ha corrido por las redes sociales. No fue mérito de la periodista, sino voluntad del entrevistado. […] Todas las grandes cosas que pasan en la vida suelen ser fruto de gestos prosaicos y cotidianos, casuales, inesperados. También la muerte. También las entrevistas. No sé cómo fue que hubo un tiempo en México en que el correo con el remitente “robertoba” era estímulo para la felicidad, la alegría […].
Me enteré de la muerte de Bolaño a través de internet y porque muy temprano llamó un amigo desde España, donde filmaba una película a las órdenes de Pedro Almodóvar. “Moni, ¿ya sabes?”, me dijo mi amigo, quien en un momento libre en el rodaje se fue a Blanes para traerme un poco de arena, agua y una postal que ahora luce enmarcada en la pared de mi estudio. La foto de Bolaño al lado del Che. […] Más allá de las coincidencias y los escándalos domésticos, ese punto minúsculo e imperceptible que fui en la rica y estrambótica vida de Bolaño, se sintió devastado con su muerte. Desde entonces, comencé a preguntarme: ¿cómo se sentirán los que realmente fueron sus amigos? Los que pudieron disfrutar largas charlas con él. Aquellos que compartieron su juventud, su niñez, su madurez. Ése es un poco el germen de este trabajo. Conocer más a Bolaño, a través de las personas que fueron importantes en su vida. Imposible abarcarlas a todas. No era la intención. Muchas de las voces aquí proyectadas alcanzan sin embargo para certificar lo intuido: Roberto Bolaño era una persona extraordinaria, alguien capaz de tomarse el tiempo de escribirle a una ignota periodista perdida en el océano oscuro del Distrito Federal y alguien capaz de nombrar, en su ya famoso Pregón de Blanes, al dueño del videoclub con quien discutía los filmes de Woody Allen y Alex Cox.
De todas esas voces, me quedo con la del difunto y entrañable escritor chileno Rodrigo Quijada: “Bolaño es una de esas personas que conoces en un momento determinado de tu vida y al que puedes recordar siempre con mucha facilidad y mucho cariño. Los que conocieron a Bolaño saben que lo que estoy diciendo es cierto. Es un hombre que se echaba de menos en una tertulia. ‘Aquí debería estar Bolaño’ decíamos cuando alguien se ponía muy insoportable”. La gran tragedia de Bolaño no es que haya muerto, sino que haya amado tanto, tanto la vida. La gran tragedia de Bolaño es doble. Le tocó y nos toca a propios y extraños. En este mundo insoportable, a menudo diremos, muchas veces: “Aquí debería estar Bolaño”. Pero no está.
Mónica Maristain Distrito Federal, agosto de 2012.
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Se puede acceder a la entrevista completa en el Número 7 de La balandra digital, o en en la versión en papel, para lo cual hay que suscribirse.