Traductores: Sergio Waisman

Para dar continuidad a este espacio de traductores, La balandra presenta hoy a al autor del ensayo Borges y la traducción: la irreverencia de la periferia, que no sólo se ha destacado como traductor en los EE.UU. (país al que lo llevó el exilio de sus padres argentinos y en el que ha traducido a Piglia y Lugones, entre otros) sino que ha decidido afrontar el desafío de traducir su propia novela Leaving -de neto corte autobiográfico-. Aquí sus reflexiones sobre la traducción y un fragmento de su obra.

-¿Qué llegó primero a su vida, la escritura o la traducción?

-Realmente llegaron juntas. Cuando estaba estudiando en la facultad y empecé a pensar qué quería escribir, me di cuenta de que, de hecho, había estado traduciendo casi toda mi vida. Luego, fui a hacer Master de Escritura Creativa en Boulder, Colorado, y en ese momento estaba escribiendo y estudiando en inglés, pero seguía leyendo muy activamente en castellano. Es decir que yo leía en un idioma y escribía en otro, algo que sigo haciendo incluso hoy en día. De ahí, pasar a la traducción literaria no era dar un paso tan grande. Además, resultaba que dadas las circunstancias de mi infancia, con las múltiples mudanzas de mis padres, yo había estado traduciendo desde siempre. Creo que es una situación más o menos común para hijos de inmigrantes, esa necesidad de traducir para poder negociar entre una lengua y otra. En la escritura me ha resultado productivo, y esencial casi diría, trabajar con este material. De cierta manera el bilingüismo y la traducción siempre han formado parte de mi vida y en la familia también, inicialmente entre el ídisch y el castellano en la generación de mis abuelos. Parte de esta historia es lo que narro en mi novela Irse

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