Debates: Concursos Literarios ¿Sirven para algo?
Entre idealizaciones y rechazos, los premios literarios parecen ser una ficción más dentro de la mente de los autores. En esta nota diez narradores, editores y agentes buscan delinear un panorama menos ilusorio y más concreto sobre las posibilidades y limitaciones que ofrecen los tan ansiados y tan sufridos galardones literarios.
La oferta es grande y muy variada: desde el concurso local, como puede ser el de un municipio o de una asociación que abre un certamen sólo para sus miembros, hasta el internacional; de los organizados por grandes editoriales o grupos económicos, con mucha prensa y buen dinero, a los más modestos pero prestigiosos. Premios que cuentan con jurados de lujo y otros que terminan decididos por un funcionario que poco sabe de literatura (¡o su secretaria!). Y ese amplísimo arco de concursos, que para quien se inicia en las lides literarias puede ser como un mundo propio al que se ingresa sin mapa, termina suscitando los más absurdos (y no tan absurdos) prejuicios, en los que todos los concursos son considerados iguales. Así, el clásico “están todos arreglados” o “si no sos amigo de algún jurado no te premian”, parece ser la defensa predilecta ante la frustración. Otra constante es escuchar a quien quiere “terminar de escribir la novela así la mando a concurso”, con la fantasía de que ese primer borrador (porque el “terminar” en esos casos suele ser literalmente llegar al final, no trabajar en una versión definitiva) será premiado y así su autor/a podrá, ¡por fin!, dedicarse por entero a la literatura. La imagen es la misma por la que suspira quien sale de un negocio de quiniela, con un billete de lotería comprado para “salvarse”. El premio se vuelve el ansiado pasaje al mundo literario y no obtenerlo implica que las puertas se cerrarán a cal y canto.
Ni las carreras literarias se logran por un premio (aunque muchas veces son merecidos disparadores), ni el “premio” en sí mismo puede ser el único fin de un concurso. A menos que se busque el monto económico que algunos ofrecen, lo que sería transformar la competencia en una especie de apuesta. A veces, lograr la categoría de finalista es el impulso necesario para una futura publicación y en muchas de las bases de los concursos organizados por editoriales figura que pueden convocar luego a los autores cuyas obras les parezcan de interés, aun cuando no se hayan llevado ningún galardón. Y a veces, incluso el primer premio no resulta ese mágico impulso que el autor esperaba. Por suerte siempre hay nuevos libros, y nuevos concursos, para darse revancha.
Cuando de competir se trata, las opciones son múltiples y muchas veces la clave se encuentra en hallar el concurso adecuado para la obra que uno tiene y saber evaluar a qué tipo de concurso nos estamos presentando. Una queja usual es que hay certámenes que “sólo ganan autores ya reconocidos”. Y si quien empieza ve eso con desconfianza, también puede mirarse desde otra perspectiva: tal vez ese no sea el mejor concurso para una primera novela. Quien se inicia en la carrera de arquitectura no pretende concursar por la licitación de un megahotel en Dubai, a la que presentan sus proyectos grandes estudios arquitectónicos, y nadie reclama por esta injusticia; tampoco quien lleva un año asistiendo a clases de boxeo se inscribe en un campeonato internacional, o si lo hace, al menos no sueña con ganarlo, aunque siempre puede aparecer un Rocky Balboa, pero será la excepción más que la regla. Finalmente ¿por qué negarlo?, los concursos por más intachable que sea la dedicación de los jurados, también dependen en cierta medida de que la fortuna, el azar o como quiera llamarse a esas circunstancias variables en cada tarea humana, conviertan a una obra, entre muchas otras, en la elegida.
Dado que los certámenes literarios parecen ser una suerte de terra incognita, para este Debates, La balandra convocó a diez prestigiosos narradores, editores y agentes que ayudarán a esclarecer un poco el panorama y las posibilidades que traen consigo los concursos. Porque para ficciones ya están las obras, y mejor que así siga siendo.
“Los concursos ganados pueden alimentar la vanidad, la visibilidad, el prestigio, las pretensiones de los escritores. Pero la literatura tiene menos que ver con todo eso que con las vacilaciones, con los atascamientos, con los desencuentros, con los malentendidos.”
Martín Kohan
“He conocido cientos de escritores premiados, y muy pocos lograron el éxito, la fama. Algunos tuvieron un ofrecimiento que los puso en camino; otros se convirtieron en sus propios agentes literarios; los más, siguen participando… y esperando.”
María Esther Bazo Domínguez
“Los certámenes literarios sirven para vender más libros. Son una operación más de promoción, un intento del editor para que un libro no pase desapercibido. Ayudan a vender, algo importante, que sin embargo nada tiene que ver con la calidad literaria, que un concurso no garantiza ni tampoco descarta.”
Guillermo Schavelzon
“Los concursos literarios abren puertas, son el recurso más público, democrático y festivo de liberar libros ocultos, de ponerlos en circulación, de colocarlos finalmente en estantes visibles. No hay escritores sin público.”
Analía Hounie
“Los premios ayudan, por supuesto, son otra versión de las abuelas y los mecenas: te halagan, te dan algo de dinero, le dicen a todo el mundo lo que estás haciendo.”
Samanta Schweblin
“Más allá del resultado, los concursos ayudan a fijarse objetivos, a terminar lo que empezamos y a confrontar nuestras expectativas con la realidad. Ganar, ya se sabe, es casi imposible. Publicar es casi imposible. Que alguien lea nuestro libro publicado es casi imposible. Los escritores aprendemos a vivir en ese mundo, donde todo es casi imposible.”
Franco Vaccarini
“No escribo mejor después de haberlos ganado, pero sí pude con ellos poner en marcha el ser de este oficio: escribir para que me lean, y conseguir que sean bastantes más lectores que los anteriores a los premios.”
Guillermo Roz
“Un concurso no hace un escritor, no sirve para eso. No le va a dar a quien escribe el oficio que sólo se logra escribiendo, no le va a proporcionar tampoco las lecturas que no haga.”
Grupo Alejandría (Clara Anich, Nicolás Hochman, Edgardo Scott y Yair Magrino)
“Cuando señalo la posibilidad de ganar lectores no me refiero solamente a quienes leerán el libro una vez publicado, sino también a los equipos de preselección, a los jurados, a los agentes, scouts y editores de diversos lugares que suelen interesarse por las novelas premiadas y las finalistas.”
Julia Saltzmann
“Me tocó ganar algún concurso y perder en infinidad de ocasiones. En esos casos la tentación de pensar que ‘todo está arreglado’ es grande. Pero eso es un amargo consuelo que no se corresponde a la verdad.”
Pablo De Santis
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