Editores: Manuel Pampín
MANUEL PAMPIN
Sin libros no hay futuro posible
Sinónimo de Corregidor, la emblemática editorial argentina que fundó en 1971 y a la que desde hace tiempo se ha sumado la labor de su familia. Macedonio Fernández, Alejandra Pizarnik, Haroldo Conti, Osvaldo Soriano, Leónidas Lamborghini, Alberto Laiseca y tantas otras valiosas voces de la literatura actual que ha publicado dan sobrada cuenta de la trayectoria de Pampín, coronada este año con el Premio al Editor del Año que otorga la Fundación El Libro. Los comienzos, los tiempos duros de la dictadura, las sucesivas crisis, sus sueños y hallazgos en esta charla íntima con un editor crucial para varias generaciones de lectores y escritores argentinos.
Entrevista de Débora Mundani
–¿Cuáles fueron las instancias que lo llevaron de ser un lector a ser un editor?
–Siempre disfruté mucho de la lectura. De muy joven comencé a trabajar en el mundo del libro. Primero en una distribuidora. El día que volví de la luna de miel decidí largarme solo y armé la mía propia. Empecé a traer sellos españoles en exclusiva. Y en ese momento pensé en armar mi editorial. Quería elegir los libros, trabajar en las ediciones. Estaba muy entusiasmado. Tenía muchos amigos vinculados al libro que me ayudaron en ese momento. Primero publiqué como Corregidor varios títulos y muy pronto Carlos Barral me ayudó cuando me dijo que eligiera algunos de su catálogo para coeditarlos. Fue un momento excepcional que debía aprovechar. El catálogo se fortaleció.
–¿Hubo algún momento –algún hito– a partir del cual sintió: ahora sí, soy un editor?
–Hubo un libro que me dio mucho placer y que es posible que haya marcado mi carrera posterior de editor. Sentí que esa edición llevaba a la editorial a otro nivel y que podía hacer crecer mucho el proyecto que recién se iniciaba. Se trató de Los libros de Alicia de Lewis Carroll (1973), con traducción y notas de Eduardo Stilman y prólogo de Jorge Luis Borges.
–Desde 1971, fecha de nacimiento de Corregidor, hubo en el país conflictos sociopolíticos, dictaduras, la vuelta a la democracia, los años 90, etc. ¿Cuál fue el período más crítico para su labor?
–Es cierto que todos los períodos han tenido sus dificultades. Corregidor ha sufrido vaivenes, como otras editoriales nacionales, a lo largo de estos cuarenta y siete años de existencia. Ha habido, sin embargo, algunos momentos más difíciles de atravesar que otros: la dictadura cívico-militar fue uno de ellos. No se trató en este caso sólo de problemas económicos, sino de las imposibilidades de la censura, la persecución, el miedo y la violencia institucional hacia la editorial (vivida en nuestros locales –en ese momento tenía las librerías Premier– y hacia mi persona) y, por supuesto, el exilio y la desaparición de autores, incluidos grandes amigos, como Haroldo Conti. Luego han venido grandes períodos de crisis económicas. Los años 2000 y 2001 fueron muy difíciles de atravesar, sin embargo, logramos resistir. En los años siguientes, la situación de las editoriales nacionales fue mejorando, ayudada por el contexto sociopolítico y las compras estatales organizadas desde los diferentes programas del Ministerio de Educación. Fue un momento en que surgieron y se consolidaron muchas editoriales nuevas, incluso varias vinculadas al libro infantil. En la actualidad, el sector del libro está viviendo una crisis muy grande: caída de ventas, aumento de costos, apertura indiscriminada de importaciones, cese de compras gubernamentales, etc. Se ha vuelto prácticamente imposible resistir en este contexto. Necesitamos ayuda urgente y organizar un plan de lucha, como dice el lema que lanzó la Cámara Argentina del Libro: sin libros no hay futuro posible.
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