El escritor como lector: Marcelo Di Marco
Es narrador, poeta y ensayista desde hace tiempo, pero gran parte de los elogios que recibe a diario se deben principalmente a su tarea como formador de escritores y a la reflexión sobre la tarea de escribir que dejó atestiguada en los libros Hacer el verso y Taller de corte y corrección. Hoy, actualiza esta labor encomiable desde los desacartonados videos que semana semana sube a Youtube (TCyC) donde da consejos prácticos sobre escritura. En esta nota, el autor de Victoria entre las sombras, comparte con los lectores de La balandra su carrera de lector apasionado.
–¿Se leía en tu casa? ¿Se hablaba de libros?
–Una de las cosas buenas que siempre evoco es a mi viejo leyéndome en voz alta Juvenilia, de Miguel Cané. La imagen del “carnero respetable”, junto con las demás porquerías flotantes del guiso que debían tragar los muchachos del Buenos Aires, sigue impregnándome las narices de la mente. Aunque pasaron mil años, recuerdo a mis padres volviendo de ver Israfel, de un treintañero Abelardo Castillo. En casa se mencionaba a Sabato, Aguinis, Bullrich, Lynch. En nuestras bibliotecas descubrí los clásicos de Sopena. También recuerdo la pasión de mi papá por Las fieras cebadas de Kumaón. Un relato verídico, impresionante. A una de las deshauciadas víctimas de los tigres le dan de beber, y Jim Corbett cuenta cómo el agua de la cantimplora se escurre por la garganta desgarrada del pobre tipo. Tal vez de ahí provengan mis intentos de producir una narrativa concreta, que sacuda los sentidos del lector. Aquella lectura fue imborrable.
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