Opinión: ¿Plagio o intertextualidad?

Nuestra columnista reflexiona sobre un tema espinoso que ha dividido a los críticos literarios de los últimos tiempos y sigue inquietando a los escritores: esa delgada línea entre el recurso literario de la intertextualidad y la copia descarada.

Por Elsa Drucaroff

Hace unos años me escribió un narrador desconocido de Córdoba por mi intervención contra el plagio a Nada, de Carmen Laforet, que hizo Sergio Di Nucci en Bolivia construcciones (transcribió, modificando muy pocas palabras, treinta y cinco páginas). Quería contarme que también había sido víctima de plagio. ¿Recordaba yo cuando él, un par de años atrás, había venido a Buenos Aires a participar en una mesa de escritores under que yo coordiné? ¿Recordaba yo que esa noche, en la misma mesa, participó otra escritora, y que ellos habían intercambiado sus obras? ¿Recordaba yo que seis meses después esa oscura escritora se hizo famosa con una novela que arrasó con las ventas? Pues bien: ¡esa obra plagiaba el libro de él, el que entonces le había dado!

Mi estupor fue enorme: la novela famosa era un policial de acción y enigma, trama compleja, psicológica y social; el libro del cordobés, un cuento (cuarenta páginas) sin trama ni psicologías, con el tiempo detenido, sin enigma, sólo climas. Pero en su correo electrónico exponía convencido la prueba única e irrefutable del delito: “En mi libro hay una escena donde cuatro personas juegan al truco y, mientras tanto, hablan de otros asuntos. ¡En la novela de ella también!”. Y terminaba, lapidario: “Yo lo sé, ella lo sabe, lo sabés vos”.

Pude responderle: “En tu libro hay un joven que viaja y llega a un lugar donde hay otros jóvenes, y toman vino: ¡plagiás a Kerouac! Vos lo sabés, yo lo sé, Kerouac, imposible (y si viviera, dudo que se topara con tu obra)”. Pero preferí no contestar, me daba vergüenza ajena.

[…]

Se puede acceder a la nota completa en el Número 5 de La balandra digital, o en en la versión en papel, para lo cual hay que suscribirse.