Traductores: Patricia Willson

La destacada traductora argentina inaugura este espacio en el que abrimos el diálogo con los que ejercen una de las profesiones menos reconocidas dentro del engranaje de la producción literaria. El traductor es, sin embargo, un artífice esencial para aproximar al lector a la obra de autores extranjeros. Invitada a reflexionar sobre esa inmensa tarea, Willson nos permite conocer intimidades de su camino como traductora y nos regala -atendiendo a nuestro pedido de la traducción que le gustaría hacer- una pieza exquisita.

-¿Hubo algún episodio clave, alguna lectura o traducción que disparó la decisión de dedicarte a la traducción?

-Trabajaba como investigadora en el campo de la medicina nuclear cuando decidí inscribirme en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Por un tiempo mantuve la actividad científica para costearme los estudios, pero pronto quise hacer una carrera corta, más afín a lo que estaba estudiando, que me habilitara rápidamente para hacer un trabajo remunerado. Elegí el Traductorado de Francés en el Lenguas Vivas “J.R. Fernández”. O sea que, al comienzo, la traducción era para mi una forma de ganarme el pan en sustitución del trabajo científico. Pero luego experimenté la vocación: en una de las materias traduje pasajes de Proust, de Sartre, de Duras; pasaba horas pensando soluciones para algunas frases de aquellos textos. Si la decisión de dedicarme a la traducción tuvo que ver al principio con la subsistencia, luego descubrí lo que Paul Ricoeur llamó certeramente “el deseo de traducir”…

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