CRÓNICA · Libro marcado en la Biblioteca Nacional

Por: Maumy González

Ciclo Libro Marcado. Coordina: Cecilia SzperlingLlegué a la Biblioteca Nacional minutos antes de la hora pautada para el primer encuentro del Ciclo Libro marcado de este año. En la sala Juan L. Ortiz ya habían instalado cámaras, luces, micrófonos y una pantalla de proyección. Al fondo, estaba la mesa con los panelistas: Cecilia Szperling, la curadora del ciclo, junto al filósofo Lucas Soares y al fotógrafo Bruno Dubner. La hora de inicio se retrasó un poco. Mientras esperábamos, se ajustaron las luces. Un foco iluminaba la mesa del frente. Según se excusaron los técnicos, era necesario para grabar. Luego de analizar un poco, Bruno Dubner dio con la solución salvadora de retinas: colocar el foco detrás de la pantalla de proyección, donde iluminaba la cortina roja de fondo. Luz sexy, dijo alguien.

En contexto

Libro marcado ha sido coordinado por Cecilia Szperling durante ocho años ininterrumpidos en distintas sedes, su anterior edición fue en MALBA, la idea original del Ciclo, según contó Szperling, fue la de realizar un “jucio al autor”. Le gustaba la idea del tribunal. Imaginó las marcas que cada lector deja en los libros como evidencia no sólo de su lectura sino también de lo que pensó en cada momento, como una “señalización aeronáutica”. Han visitado el ciclo escritores, artistas plásticos, dramaturgos, directores, como Romina Paula, Pedro Mairal, Martín Kohan, Eduardo Stupía, Silvia Gurfein, Santiago Loza, Nora Lezcano y Diana Bellessi, entre otros.

Las marcas más recientes

El filósofo y poeta Lucas Soares abrió la charla. Hizo un barrido por una selección de sus marcas en libros que tuvieron una influencia importante en su vida. Comenzó por Los filósofos presocráticos, libro que, según contó, fue revelador para él ya que partir de su lectura decidió estudiar la carrera la filosofía y cualquier inquietud anterior quedó eclipsada. Más tarde, lo marcaron y marcó otros textos a los que siempre vuelve, como ciertos fragmentos de Epicuro, o de La teoría de la lógica de Hegel; El concepto de la angustia de Kierkegaard; El existencialismo es un humanismo de Sartre; El crepúsculo de los dioses de Nietzche, Serenidad de Heidegger; Historia de la sexualidad de Focault, Conversaciones de Deleuze; Runa de Fogwill; Curso de filosofía en seis horas y cuarto de Gombrowicz, Cuentos de hadas de Nueva York de Donleavy y Éramos unos niños de Patti Smith. En resumen, parecería que las marcas de Soares llevan a pensar que un libro nos podría hacer cambiar de opinión.

Collage Libro Marcado

Libro marcado. Coordina: Cecilia Szperling

Por su parte, el fotógrafo Bruno Dubner mostró un interesante recorrido por las marcas que no sólo hizo en sus libros sino también en sus cuadernos privados. De la tapa de un libro infantil y de un cuaderno del Primario, con calcomanías y dibujitos hechos de niño, pasó a El lamento de Portnoy de Philip Roth, Crónicas marcianas de Bradbury, 20.000 leguas de viaje submarino de Verne y Cuentos completos de Poe, traducido por Cortázar. Marcas en apuntes sobre sus trabajos de fotografía, sobre libros como El acto fotográfico de Dubois o Works and Collected Writings de Jeff Wall. En medio de tantas señales, rescató una curiosa foto en blanco y negro de un joven Dubner junto a Adolfo Bioy Casares. La anécdota de la imagen es tan ingenua como curiosa: Dubner buscó en la guía telefónica el número del escritor, llamó, le dijo que quería hacerle una entrevista y Bioy lo recibió en su casa. Así de fácil. La foto quedó como único testigo del hecho porque la grabación no sobrevivió. Dubner confesó que le gusta pensar los libros como cosas modificadas. Por eso, muchas veces los interviene haciendo anotaciones, doblando sus páginas, desbaratándolos con su “uso y abuso”. Así, libros, fotos y cuadernos parecen transformarse en objeto vivo que hay que tocar y retorcer, como deshojar una margarita reseca para comprobar que lo queda es polvo.