Debates: ¿Escribir novela es más difícil que escribir cuentos?

Si bien el género no hace al escritor, flota siempre el prejuicio popular –y en ocasiones también editorial– que jerarquiza a la novela por sobre el libro de cuentos. Hay quienes creen que un autor se gradúa cuando finalmente escribe una novela, aunque dentro del ámbito de los mismos narradores o los críticos literarios gran parte considera que un buen cuento, con el rigor y técnica que requiere, es la marca del talento. La balandra invitó a diez reconocidos escritores de cuento y novela para que den su opinión y cuenten sus experiencias.

Nadie diría que un tenista de polvo de ladrillo es mejor que el especializado en canchas de césped, o que un dibujante, un serigrafista o un escultor es menos artista plástico que cualquiera que pinta al óleo. Sin embargo, en el imaginario popular sí pareciera que especializarse en un género narrativo es ser “más escritor” que dedicarse a otro. “¿Cuentos? ¡Ah, escribís para chicos!” o “¿No se te ocurrió nunca una novela?”, son frases que todo cuentista ha escuchado alguna vez. Y otro tanto acosa al novelista: “¿Escribiste una novela? ¡Entonces escribís en serio!”. Incluso muchos principiantes que concurren por primera vez a talleres literarios arriesgan un: “Por ahora escribo cuentos, con novela todavía no me animo”, o: “La novela quedará para cuando aprenda a escribir”.

El mundo editorial hace su aporte a la confusión ensalzando –salvo honrosas excepciones que apuestan específicamente al cuento o a los dos géneros– a la novela como el género más vendible, dedicándole un espacio mucho más reducido al cuento, a pesar de la gran tradición de cuentistas de la Argentina (piénsese en Horacio Quiroga y Jorge Luis Borges como para ir empezando la lista de talentos reconocidos internacionalmente). En el mercado literario parece ser más rentable escribir novelas que cuentos. Por supuesto, entrar más fácilmente en el mercado literario no significa ser “más escritor” o “menos escritor”, implica tan sólo tener más posibilidades de publicar o vender.

Como sea, el prejuicio es abordable desde muchos ángulos y sostenido por innumerables impulsores, pero principalmente abonado por los autores que recién comienzan su camino en el oficio. En este número de La balandra, entonces, lanzamos la pregunta sobre las supuestas y diversas jerarquías del género cuento y la novela. ¿Se puede hablar de un género como vía de aprendizaje para otro o ni siquiera importa si uno escribe cuentos, novelas o microficción? ¿Es realmente más difícil escribir novelas que libros de cuentos? A la hora de enfrentarse a la página en blanco, un escritor de oficio ¿considera más complejo llevar a cabo el proyecto de una novela? Invitamos a nueve narradores a que nos cuenten su visión frente a ese supuesto duelo entre los géneros y hablen de su propia experiencia cuando de darle forma a una historia se trata. No con la esperanza de que se pueda dirimir la disyuntiva, pero sí, al menos, aportar un poco de luz.

“Mientras se escribe la novela, hay que soportar durante largo tiempo la desagradable imperfección de esa primera versión. Páginas y páginas de borradores sucios, que se releen con asco, a veces durante años.”

Ana María Shua

“Para escribir un cuento de veinte páginas habremos tenido que reescribirlo por lo menos diez veces, lo que da un resultado de doscientas páginas de borradores. En este sentido, escribir una novela a conciencia sería más trabajo que escribir un solo cuento, pero no mucho más que un libro de cuentos.”

Romina Doval

“Me gusta convivir con el texto un buen tiempo. Cranear bien todas las posibilidades que puedo llegar a abarcar. La escritura de una novela me permite llegar a conocer a fondo no solamente a los personajes, sino también el universo, el mundo, en el que se desarrolla la historia.”

Leonardo Oyola

“Hay historias que entran en cuentos, otras los desbordan. Por eso la historia es siempre el mejor punto de partida. Partir de un tema, de un personaje o de una imagen (y llegar a buen puerto) es mucho más difícil.”

Betina González

“La novela admite la apertura; el cuento, en cambio, exige el cierre, pero en ambos casos la búsqueda se orienta a la concreción, a la armonía, a la claridad.”

Laura Massolo

“Creo que lo difícil es encontrar el ritmo. Una novela exige todos los días, escribir un rato, estar con los personajes, obsesionarse, en alguna medida desconectarse, tener una vida paralela. Un cuento es repentino. Se escribe en un día, en dos a lo sumo (después podrá corregirse durante meses, pero la escritura es como una fiebre, como un acceso de taquicardia).”

Mariana Enriquez

“Hace algunos años, comencé varias novelas con el impulso que usaba para los cuentos. Llegaba hasta la página sesenta o setenta. Después aprendí que las novelas también se pueden escribir por fragmentos. A veces los capítulos no son otra cosa que fragmentos, escenas. Una manta hecha de retazos.”

Edgardo Scott

“No se puede abandonar una novela más de seis meses, porque después el deseo de escribirla se friza, se dispersa hacia otro producto y la frustración por el abandono fermenta en tu espíritu como un lodo tóxico. La única solución que le encuentro es ejercitar la flexibilidad, el ir y venir de un texto a otro, sin perder el deseo.”

Patricia Suárez

“La dificultad principal del cuento antecede a la escritura, y es la de encontrar una buena idea, una idea, como diría Bioy, que uno casi tenga ganas de gritarla y a la vez, quiera resguardarla en secreto hasta escribirla.”

Guillermo Martínez

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