Debates: Imaginación o experiencia ¿Qué ayuda más a la hora de escribir ficción?

¿Puede una vida rica en experiencias y anécdotas ser suficiente materia para sentarse a escribir? ¿O es la imaginación la que consigue bajar al papel las mejores páginas de literatura? ¿Hay separación entre ambas? Vale la pena detenerse a leer las reflexiones que sobre este tema aportan diez grandes narradores.

En el imaginario popular suele haber dos imágenes opuestas que compiten entre sí cuando se intenta definir qué es un escritor: es alguien que ha tenido una vida tormentosa y apasionante, plagada de episodios dignos de ser eternizados en una novela, o alguien que ha vivido encerrado en su habitación –o en bibliotecas–, solo con sus pensamientos e imaginación, lo que le permite crear historias y personajes inolvidables. Esta dicotomía se traslada también, como inquietud, al acto de escribir, en especial para quienes empiezan, o fantasean con hacerlo: ¿Alcanza con la experiencia, lo vivido, para contar una historia? ¿O es suficiente la imaginación para hacer creíble eso que quiero contar? En esta pulseada la experiencia parece ganarle a la imaginación: pensemos sólo en las veces que escuchamos “yo tendría que escribir una novela, con la vida que tuve…”, por no hablar de los ofrecimientos de historias “reales” que proponen generosamente los taxistas, parientes, compañeros de sala de espera, a todo escritor que encuentran en el camino. Lo que el imaginario popular parece olvidar es que la experiencia en sí es siempre pasado, y como tal, evocarla implica reconstruirla. ¿Qué es, al fin de cuentas, “lo vivido” sino lo que podemos recordar de lo vivido? ¿Y hasta qué punto podemos afirmar que la imaginación no interviene en el proceso de la memoria? “Lo he visto todo –decía Chejov– . No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto”.

Pero la experiencia no es la única idealizada: la imaginación pareciera ser algo que se nutre del aire, una suerte de variante del término “inspiración”, que aparentemente nada tiene que ver con el conocimiento que poseemos del mundo. Las ideas simplemente se nos “ocurren” y podemos imaginarnos cómo habla un ingeniero espacial, incluso si no estamos muy seguros de qué es un ingeniero espacial.

Así, estas fantasías, llevadas al extremo, pueden hacernos inventar excusas absurdas como: “Tengo que acumular experiencias de vida apasionantes, sino ¿de qué voy a escribir?”, o “Yo no tengo hijos, no puedo poner de protagonista a una madre”, o por el contrario: “No necesito investigar qué hace un ingeniero espacial, con la imaginación me alcanza para mostrarlo”.

Si bien, como se verá en los testimonios de los autores convocados, la oposición entre experiencia e imaginación no parece ser tal, puede que a veces una más que otra sirva de apoyo a la hora de enfrentarse a una pantalla en blanco. Pero ni una ni otra servirán de nada si, como decía Ray Bradbury con respecto a la inspiración, no encuentran al escritor frente al papel, trabajando.

“Que un hecho trágico, una aventura singular, le hayan sucedido o no al narrador es indiferente de la obra. En el fondo, la vida humana con sus extravagancias, pesares o alegrías, es obstinadamente monótona.”

Vlady Kociancich

“Todas las experiencias son utilizables literariamente. Lo importante es cómo las procesamos. No hay literatura sin proceso y son los contenidos internos del escritor, su modo particular de mirar, lo que permite que este proceso llegue muy lejos o se agote a poco de empezar.”

Raúl Brasca

“Mientras se escribe la novela, hay que soportar durante largo tiempo la desagradable imperfección de esa primera versión. Páginas y páginas de borradores sucios, que se releen con asco, a veces durante años.”

Ana María Shua

“Hay que ser cuidadoso: que una anécdota o un hecho vivido pueda causarnos algo a nivel personal no quiere decir que vaya a provocar eso mismo o a resultar interesante al momento de convertirlo en literatura.”

Ignacio Molina

“Lo autobiográfico se filtra de un modo que llamaría ‘estallado’: como si se rompiera un vaso en miles de pequeñísimos fragmentos y esos fragmentos se desparramaran en el texto y ya no pudiera quitarlos, a veces ni siquiera reconocerlos.”

María Teresa Andruetto

“Mientras se escribe la novela, hay que soportar durante largo tiempo la desagradable imperfección de esa primera versión. Páginas y páginas de borradores sucios, que se releen con asco, a veces durante años.”

Ana María Shua

“Muchas veces siento que cuando escribo se abren cajoncitos de la mente que sueltan recuerdos visuales, auditivos, emocionales que ni yo sabía que guardaba. En todo caso diría que mi imaginación los asocia de maneras que son muy mías.”

Inés Garland

“Cuando trabajo se me hace ineludible recoger los fragmentos o imágenes de la memoria que nacen como revelaciones que, en definitiva, se van armando en mi escritura como pueden. La ficción se impone, transforma esos retazos y los hace aparecer en otro lugar inventado.”

Perla Suez

“Advierte Heinrich Boll en su Diario irlandés: ‘Esta Irlanda existe, pero el autor no se hace responsable si alguien va allí y no la encuentra.’”

Eduardo Berti

“Aun las obras que parecen más libres en su imaginar (de Lewis Carroll a Philip K. Dick) parten inevitablemente de la experiencia del imaginador: sus obsesiones, sus deseos, sus temores, su forma de vivir.”

Marcelo Figueras

“Narrar algo totalmente ajeno a la propia vida es tan imposible como hacer autobiografía objetiva. Quizás, lo que más cuente a la hora de escribir es cómo vivimos las cosas que nos tocó vivir.”

Mori Ponsowy

“La experiencia no depende de viajes y calles y noches y amantes; se puede vivir mucho y escribir insignificancias.”

Mariana Enríquez

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