En la revista “Rumbos” · 14-07-2014

En el blog de Leer & Escribir de la Revista Rumbos:

Fecha: 14/07/2014

CONSEJOS DE ESCRITORES

Hoy: Alejandra Laurencich

Escritora y formadora de escritores.

Por: Carmen Flores

Alejandra LaurencichNarradora argentina, reconocida por su tarea en la formación y difusión de nuevos narradores. Es autora de la novela Vete de mí (2009), que fue traducida al esloveno, y de los libros de cuentos Coronadas de Gloria (3° premio del Fondo Nacional de las Artes), Historias de mujeres oscuras (2° Premio Municipal) y Lo que dicen cuando callan, publicado por Alfaguara en 2013. Este año salió publicado su último libro El taller, Nociones sobre el oficio de escribir.

Sus relatos fueron traducidos al alemán, al esloveno, al portugués y al inglés, y elegidos como material de estudio en distintas universidades del país y del exterior.

Es la fundadora y directora editorial de la reconocida revista literaria La Balandra –otra narrativa–, que en el 2013 fue premiada como una de las tres mejores revistas culturales de la Argentina por el Fondo Nacional de las Artes.

Desde hace más de veinte años enseña el oficio de escribir a autores nuevos.

¿Cómo escribe usted? Me refiero a tiempo dedicado, rituales, horarios preferidos…

Varía el tiempo de acuerdo al proyecto que tengo entre manos: puedo estar 10 horas seguidas escribiendo si trabajo en una novela para la que ya encontré el tono y el planteo, o tengo un libro de cuentos en estado final, a dos horas o una si estoy comenzando algo. Porque siempre el trabajo de inicio es más arduo, ya que ahí interviene el deseo de no arruinar el germen de la idea con una bajada “errónea”. Una vez que veo que la estructura básica funciona, me gusta pasar largas jornadas puliendo las distintas versiones, o escribiendo nuevas situaciones o escenas en caso de las novelas.

¿Usted parte de un personaje, de una situación, de un decorado, un lugar?

Para cuento por lo general es una frase o una ínfima situación la que dispara la necesidad del planteo narrativo, algo que escuché, algo que imaginé. Luego le busco protagonista a esa situación, y un marco, un escenario para desarrollarla, más todas las cuestiones formales, quién narra la historia, qué estilo narrativo conviene para potenciarla, el punto de vista, en fin. En novela casi siempre es el personaje que dispara la acción, al que le pasan cosas, pero también hay escenas contadas a partir de algo que se me cruza, un diálogo escuchado, una conjunción de elementos visuales o hasta olfativos que se convierte en necesidad de escritura, y entonces sólo resta imaginar cómo enlazar eso a la historia que vengo contando. Resumiendo: es muy variada la llegada de una nueva idea para narrar. En cuento casi siempre tiene que ver con un conflicto determinado, algo sobre lo que uno puede decir “quiero contar sobre un tipo al que le pasó esto, o una mujer que dijo o pensó esto en esta situación”, después se verá quién es ese hombre o esa mujer, pero antes surge lo que le ha pasado.

¿Hace un plan preciso?

El plan preciso se va conformando en mi cabeza a medida que pienso en el cuento o la nueva escena de novela, o incluso la novela entera. Es decir que desde el germen disparador de esa historia, que describí en la pregunta anterior, hasta la primera versión en el papel o la notebook, hay un tiempo de armado o planificación que va haciendo cada vez más preciso lo que quiero contar, y eso ocurre mentalmente, por lo general no sobre el papel. Cuando ya me decido a bajar la idea están elegidas unas cuantas cuestiones formales, está decidido el comienzo, el narrador, algunos climas que quiero desarrollar, la “escena- soporte” que debo ir narrando y sobre la que puede haber vaivenes temporales hacia el pasado o hacia lo que va a pasar. Durante la bajada, ya en la primera versión, todos esos planes iniciales pueden irse modificando un tanto, enriquecerse, pero siguen el plan de forma bastante cercana. Y después comienza el trabajo de ajuste, las variables para enaltecer un aspecto, para darle relevancia al conflicto o dibujar mejor un personaje, o lo que piensa un personaje, y todo lo que puede hacerse para que el texto, la prosa, las descripciones y los diálogos sean más naturales, fluyan, aporten, logren la tensión adecuada.

¿Cuál ha sido el disparador de su primer libro?

El primer libro que escribí y que nunca se publicó era la historia de un personaje que me obsesionó siempre, inventado, sobre el que luego escribí muchas historias más. La necesidad de contar la vida de ese personaje fue el disparador.

¿Qué es más importante? ¿La intriga o el estilo?

No son compatibles en importancia. Un texto puede tener intriga o no tenerla y sin embargo conseguir que el lector siga avanzando en la lectura con absoluto interés, porque es la mirada sobre la situación lo que lo atrapa. No hay que confundir intriga con la tensión interna de una narración, esto sí es importante de conseguir, creo que es lo que logra cualquier texto verdaderamente literario, o sea: no sólo bien escrito, sino en el que pueda hallarse literatura. Por otro lado el estilo es fundamental, claro, la elección del estilo que uno como autor piensa que le puede dar más plenitud a la historia que quiere contar. A veces el cambio entre un estilo directo, o indirecto libre, determina la eficacia del relato, por ejemplo. Esto lo describo mejor en mi libro El taller, nociones sobre el oficio de escribir, que se publicó este año.

¿La escritura se aprende?

En mi opinión uno puede aprender a escribir, ya sea asistiendo a un taller o en forma individual, leyendo a los grandes, trabajando mucho, con autocrítica, con fervor, dando a leer los textos a gente en la que uno confía por su sinceridad y talento, no a amigos o familiares (salvo que sean buenos escritores y mejor docentes), porque los amigos o familiares casi siempre verán las virtudes, y esto puede generar la falsa creencia de que uno está bien orientado cuando lo único que está haciendo -en el mejor de los casos- es escribir con efectos impactantes, llamémosle golpes bajos emocionales, que no necesariamente demuestran literatura, o evolución literaria. Es decir: mucha gente cree que porque el amigo se emociona al leer un texto que uno escribió es porque ahí se consiguió una buena escritura, pero puede conmover un telegrama también, una notita dejada en la heladera, un post de Facebook, y eso no quiere decir que el que lo escribió es un talento literario. Y ojo, también hay que procurarse un buen maestro en caso de ir a un taller, porque hay buenos escritores que no son buenos docentes, no respecto a parámetros de la bondad o maldad, sino porque no saben llevar al otro a su máxima capacidad, lo único que hacen es aplaudir o criticar pero sin comprometerse con la evolución del principiante, ya sea porque no saben hacerlo o porque no creen que pueda transmitirse el oficio.

[…]

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