En “Novedades de Babel” · 28-08-2014

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Fecha: 28/08/2014

Caja de herramientas para futuros escritores

Por: Natalia Gelós

Libro "El Taller"“No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”. Quien dijo eso fue el escritor uruguayo Horacio Quiroga en su Decálogo del cuentista perfecto. Quien retoma la frase es la escritora Alejandra Laurencich, que en su libro El Taller. Nociones sobre el oficio de escribir, resume sus años al frente de talleres literarios, su experiencia como escritora y como lectora sagaz, que sabe dónde mirar para recolectar esas perlas que otros escritores dejan en el camino como una brújula que permita a otros, también, empezar a pensar hacia dónde van con sus palabras.

Todo empezó con el pedido de organizar sus conceptos para brindar un taller con modalidad online de iniciación en la literatura. Laurencich, autora de libros como Historias de mujeres oscuras y Lo que dicen cuando callan, y directora de la revista La Balandra, repensó lo aprendido, lo enseñado, lo experimentado, y armó sus clases. “Quería darles herramientas de verdad, cosas que no fueran puro palabrerío. Recordé todas las clases que di y que tomé; las dudas que tenía y las que traían al taller año tras año”, cuenta. Empezó a publicar esas cuestiones en La Balandra, revista en la que se abordan diferentes cuestiones relacionadas al mundo literario. Finalmente, nació este libro que se ordena con la lógica de un taller, pensado en temas, repartido en clases. Dieciséis semanas, encuentros o capítulos que tratan de alimentar el afán de escritura de quienes buscan el rumbo literario. “Traté de tomar todos los ítems a los que todo escritor se enfrenta. Son cosas muy básicas que para quien empieza no son tan básicas. Di ejercicios específicos para que al tratamiento teórico lo pudieran bajar a lo concreto. Y me ocupé de buscar muchas citas de autores consagrados que hablaban de lo que yo exponía para que vieran que todo esto no es sólo idea de Alejandra Laurencich”, dice la autora.

¿Cuál es el objetivo principal?

Lo que hago es alertar sobre los problemas a los que hay que atender y las actitudes con las que está bueno acercarse a esta tarea de escribir: sin creérsela, sin pensar que todo va a ser rápido. No está el foco en publicar, en tener el éxito rápido; sino encontrar la propia voz, en sacarse los vicios de lectura que mucha gente trae.

¿Ahora hay un creciente interés por escribir o siempre estuvo?

La conexión con la palabra estuvo siempre; pasa que ahora es más visible, porque muchas veces las redes sociales son a través de la palabra escrita, entonces es muy fácil subir un cuento a un post de Facebook o darle difusión; pero no hay que confundir las cosas: No todo el que junta palabras o transmite lo que le está pasando tiene oficio o puede convertirse en escritor. De hecho, el convertirse en escritor no es sólo manejar el oficio.

¿Qué tres requisitos hay para encarar el tema de ser escritor?

Un vínculo fuerte con la palabra. Eso es algo de lo que se tiene que dar cuenta: esa necesidad absoluta de pasar todo a la palabra. El escritor, más allá de que sea reconocido o no, de que tenga oficio o no, es una persona que tiene un vínculo con la palabra que es innato, que no puede ir contra eso; que necesita la palabra como respirar, como dormir. Después, cuando uno empieza a trabajar con un maestro o solo, saber que es un compromiso de por vida. El escritor escribe de forma permanente. No puede desvincularse de esa tarea. Y también el saber que se va a tener que enfrentar a una tarea muy ingrata: una vez que están los textos listos para trascender el círculo de amigos y palmeadores de hombrito, cuando trascienden ese círculo, llegar a la publicación y hacer que ese libro camine entre todos los que están expuestos. Hay que tener un espíritu bien templado para saber que podés sacar tu primer libro y que a nadie se le mueva un pelo. Es un camino largo. Cuando uno dice que quiere ser arquitecto estudia, completa las materias, sale con el título, empieza a trabajar, todos te dicen arquitecto y todos te reconocen, pero el ser arquitecto de verdad implica experiencia también. Como la escritura parece que se trata nada más que de sentarse a escribir, mucha gente piensa que a cualquiera se le puede llamar escritor. En mi opinión, es un proceso largo en el que uno siempre sigue aprendiendo.

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