Los invisibles: Jurados de preselección

Son figuras de las que casi nadie habla pero que resultan vitales en muchos de los concursos literarios más publicitados por la prensa masiva. Deciden el primer filtro de obras, a veces escogiendo sólo diez entre cientos de manuscritos. La balandra pone bajo los reflectores a tres de esos jurados “invisibles” para que nos cuenten cómo son su tarea y sus criterios.

En los grandes concursos siempre se da publicidad a las tres, cuatro o cinco personalidades que integran el jurado. Su prestigio y trayectoria se transfieren al certamen. Para quien recibe el premio, y más allá de toda recompensa económica o edición del texto reconocido, el honor está asociado con quiénes fueron los que escogieron su obra. Sin embargo, codo a codo con ese selecto jurado, trabaja otro del que poco o nada se habla: el comité de preselección. Sus nombres y apellidos no aparecen en las gacetillas de prensa ni en las notas de los diarios, pero esos hombres y mujeres son los encargados no sólo de separar “la paja del trigo”, sino que en muchos concursos son los que seleccionan las diez o veinte obras que quedarían en la ronda final del enorme volumen de manuscritos, con la significación decisiva que esta tarea conlleva. ¿Cómo la viven quienes la realizan? ¿Se busca variedad en estilos y géneros o hay cierta afinidad entre todas las obras que conforman la lista de finalistas? ¿Se trabaja sobre la base de criterios propios o delineados desde la organización del concurso? Desde La balandra convocamos a Marcos Mayer, coordinador de jurados de preselección de los premios de novela Letra Sur y Clarín, la escritora Mariana Enríquez, que se desempeñó en el comité de preselección del premio de novela del diario Página/12 y Jorgelina Nuñez que cumple esa misma función en el del diario Clarín, para que la tarea de esos otros jurados deje de ser un oscuro misterio y brille con luz propia.

“Muchas novelas tienen problemas elementales de gramática, ideas horriblemente trilladas, errores técnicos elementales, desde no comprender el uso del punto de vista hasta una flojísima
construcción de personajes. Y no son errores buscados, no son ‘experimentos’: es sencillamente impericia, falta de oficio, o, hay que decirlo, falta de talento.”

Mariana Enríquez

“No es poco poder leer y evaluar dejando de lado, hasta donde se pueda, gustos personales y valoraciones estéticas. Lleva bastante tiempo lograrlo, porque implica darse cuenta de que lo más valioso que puede ofrecer un concurso es una amplia oferta de géneros, estilos y perspectivas. Pero en todo caso, de lo que se trata es que sean buenos libros. Los diez finalistas que fija cualquier concurso, para decirlo de alguna manera, se eligen solos.”

Marcos Mayer

“A menudo me preguntan si las novelas se leen de cabo a rabo. Yo suelo responder con una cita de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas: ‘No necesito beber un barril de vinagre para darme cuenta de que no es vino’. Alguien podría argumentar que su novela a partir de la página setenta se pone buenísima. Entonces pregunto: si en el transcurso, cabeceamos, ¿cómo sostenemos la lectura hasta ese punto?”

Jorgelina Nuñez

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